XACOBEO 2004 RONCESVALLES-SANTIAGO
Podemos decir con total seguridad que el Xacobeo 2004 ha sido un total éxito que será muy difícil de igualar
Desde el 1er Xacobeo organizado en 1993 por el C.G.A.A. y el 2º en 1999, ambos recorriendo el “Camino Portugués” desde Braga a Santiago, estaba entre los retos del Club hacer el Camino Francés desde Roncesvalles, y ¡por fin!, este primer Xacobeo del milenio nos dio fuerzas y medios para llevarlo adelante.
El día 17 de julio, 20 coches se concentraron en Vigo, en la Playa de Samil en un parque cerrado por El Corte Inglés, para iniciar la aventura subiendo los coches en los trailers que los dejarían en Roncesvalles, haciendo dos coches (un Hudson Eight de 1936 y un Rolls Royce de 1950) el viaje por sus propios medios acompañando al autobús que llevaba a los participantes.
El día 18 lo invertimos en el traslado, aprovechando la cena para hacer entrega a los pilotos de las “mochilas” que todo buen peregrino debe llevar y a los copilotos de las hojas de Ruta y el abanico que sustituiría al aire acondicionado.
Comienza el “trabajo” bajando los vehículos de los trailers, revisándolos y poniéndoles las placas identificativas. Después de una visita guiada en Roncesvalles y una suculenta comida con productos navarros, nos enfrentamos a la 1ª etapa de los 800 duros km que completaríamos cuando llegásemos a Santiago. Nuestra primera parada fue en Burguete, vaya curvas, subidas y bajadas, pero allí nos estaba esperando la G. C. de Tráfico, que hicieron una fabulosa labor durante todas las etapas del Camino ¡GRACIAS!, seguro que ellos contribuyeron en gran parte al ÉXITO de este peregrinaje. Llegamos a Pamplona a la hora prevista y expusimos los coches en la Plaza de Yamaguchi.
Después del merecido descanso en Pamplona, el martes, sin incidentes, llegamos a Logroño después de una parada y visita a Estella, para desde allí acercarnos a las tierras alavesas de Laguardia, donde fuimos agasajados con un suculento manjar y mejores vinos de las Bodegas Heredad Ugarte. Por la tarde bajo un sol de justicia rodamos por la N-120 visitando Navarrete, Nájera, Belorado… y subimos los duros Montes de Oca para descansar en Burgos y visitar esa hermosa capital.
A partir de Burgos comienza quizás para cualquier peregrino el camino más “entrañable”, pues se abandonan las carreteras nacionales y se va por carreteras comarcales donde encuentras a peregrinos a pie y letreros que ponen “Camino de Santiago”, “Santiago 580”, y se ven pueblos preciosos como Castrogeriz, Fromista, Villalcazar de Sirga… ¡que bien se come en Pablo el Mesonero!
Los coches van respondiendo, aunque el Derby empieza a racanear y hay que subirlo en la plataforma, donde irá al igual que el Ford A hasta Santiago, no pasó nada, sus pilotos no perdieron el buen humor.
Terminamos la tercera etapa visitando Carrión, Sahagún, Mansilla y como no León, donde el Ayuntamiento nos tenía preparado un despliegue policial digno de mención, que nos introdujo en el mismo centro de la ciudad, donde los coches fueron totalmente tapados por la gran cantidad de espectadores.
Los coches, todos llevados con cariño y a su ritmo respondían muy bien, los más antiguos pensaban el la dura 4ª etapa, por la mañana, después de Astorga ¿cómo subirían a la Cruz de Hierro? ¿cómo bajarían a Molinaseca? pues sí, subieron y muy bien, aunque la bajada fue peor, la mayoría no pasó de primera, hasta el Essex de 1918 llevó copiloto de ayuda a la frenada, no creo que en los 17 km de bajada se hiciese una media de más de 20 km/h, la G.C. que patrullaba a caballo podía habernos acompañado, y seguro que nos hubiera quitado ventaja.
Repusimos fuerza en Cacabelos y ya Galicia estaba a tiro de piedra, pero en medio estaba aún el puerto de Pedrafita, no hubo problemas, parecía que los coches olían su tierra y corrían más, visitamos las pallozas del Cebreiro, el Monasterio de Samos y como no, en Sarria pancetada de la Peña Madridista y crema catalana para los culés, cena con orquesta y baile para celebrar que sólo quedaban 100 km.
Esos últimos 100 km no por conocidos, etapa habitual en las Vueltas a Galicia, fueron menos emotivos, la cantidad de peregrinos a pie se multiplicaba, viendo su esfuerzo, alguno incluso en silla de ruedas, se nos olvidaron los tobillos hinchados por el calor del motor, los madrugones, las averías (alguno perdió la llave de arranque, otro se quedó sin batería, otro perdió los tornillos de las ruedas…), les dábamos ánimos desde los coches y ellos nos aplaudían, así hasta El Monte del Gozo, ¡que nombre más apropiado! ¡que felicidad ver las torres de la Catedral!
Comimos, olvidamos el cansancio, nos vestimos con nuestros trajes de época y expusimos los coches en el Obradoiro ¡cuánta gente!, fuimos a hacerle la Ofrenda al Apóstol y a agradecerle que nos viniese tutelando durante todo el Camino y se desfiló en el concurso de trajes de época.
Sólo nos quedaba la comida en la Capilla Real del Hostal de los Reyes Católicos con la entrega de recuerdos y emocionarnos al despedirnos.
¿Qué tendrá “El Camino” que salimos 57, se incorporaron 22 más y llegamos a Santiago siendo sólo UNO?
Se me olvidaba, también llevamos un ángel con nosotros, tiene ocho meses y se llama Juan.  



   
 

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